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Esto no es literatura: “Tienes que mirar”, de Anna Starobinets



Impedimenta publica este libro estremecedor sobre la violencia obstétrica y ginecológica que sufren las mujeres que tienen la desgracia de concebir en la Federación Rusa.


Andreu Navarra


En un box hospitalario, una mujer desnuda está llorando. La observan un grupo de quince médicos reunidos alrededor de su cuerpo para examinar su embrión, un caso clínico poco frecuente y para el que no hay esperanza. La paciente está tan anímicamente deteriorada que no sabe ni cómo salir del edificio.

Por razones médico-científicas, la autora se ve convertida en una “rata” por una sociedad que no puede contemplar lo que no encaja con sus cánones de orden y belleza. La persona es cosificada en un circuito paramédico que culpabiliza y humilla a la mujer que soporta el dolor mientras pretende conservar el micromundo estable de su familia. Para las mujeres gestantes que sufren problemas médicos sólo les queda el sótano y los foros de internet: las moralizadoras y los sacerdotes les niegan su auxilio y las amenazan con el infierno. Los médicos reaccionan con ira y hablan de su cuerpo y de la muerte con total desaprensión. La ética profesional ha desembocado en la más gélida brutalidad institucional. La prosa de Starobinets se entrecruza con testigos reales recogidos de un océano de dolor expresado en chats y redes.


Desde luego hacía mucho tiempo que no leía algo tan impactante, desde que tuve que dejar una investigación sobre represiones en el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial, porque me estaba afectando un nivel tan inverosímil de violencia desatada.


Lo advierte la autora en el prefacio: su libro no es literario, es la pura verdad para tratar de dar algún tipo de sentido a todo lo que le tocó vivir en 2012.


Éste no es un libro fácil de digerir. Ni es autoficción, ni recurre a figuras floridas. Ni romantiza el dolor a través de un puñado de tópicos, ni acentúa lo feo ni lo degradante. No hace otra cosa que mostrar la cruda verdad, con nombres y apellidos, como un historial de muerte. No es literatura, tiene razón Starobinets: su libro es un grito y una crónica negra, demasiado real. Y hay que reconocerle también que tiene razón en otro aspecto: hay que mirar.

Los aspectos técnicos quedan en un segundo plano, pero sólo de una forma aparente. No debe de haber sido fácil escribir este libro, no sólo por la realidad que destapa, realmente brutal y sórdida, sino porque su crudeza nos puede llevar a engaño. A veces lo más difícil desde un punto de vista artesano es apegarse a la factualidad misma, renunciar al embellecimiento, quedándonos únicamente con la fuerza del grito. También hay que destacar lo que aprendemos de la sociedad rusa actual, lo que reivindica Starobinets, presa en un sistema que se presenta como desarrollado pero que encubre una violencia misógina que corta el aliento. Una violencia burocrática, profesional, experta en negligencias, omisiones y juicios. El lector va experimentando indignación y asco a partes iguales.


El libro es también un manual de supervivencia para mujeres que se encuentren en una situación parecida. ¿Cómo es posible que un relato tan brutal resulte tan solvente? Porque no es moral mirar a un lado. A saber cuántas más salvajadas encubren nuestras sociedades, enfundadas en visiones asépticas y eugenésicas, decoradas a través de medios obedientes.



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