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Memoria y olvido: "Los años" de Annie Ernaux



Annie Ernaux / ARA.


“En las conversaciones en torno a una mesa familiar seremos tan solo un nombre, cada vez más sin rostro, hasta desaparecer en la masa anónima de una generación remota.”


Annie Ernaux

Los años

Ed. Cabaret Voltaire

Traducción de Lydia Vázquez Jiménez



Asunción Ordoño


Que no se trata de una autobiografía al uso lo averiguamos desde la primera palabra del texto. Párrafos que empiezan por palabras en minúscula sin puntos y aparte. Escenas de gente corriente, Molly Bloom, Escarlet O'Hara, retazos de conversaciones, películas, Flaubert, el chocolate Cardon, frases hechas...”Todo se borrará en un segundo”.


A continuación una foto. Esta vez sepia, ovalada, protegida por un papel dentro de una carpetilla, donde aparece un bebé rollizo, de pelo moreno sobre un cojín en el centro de una mesa labrada. 1941, entrada en el mundo. Le siguen dos fotos más de una niña con su madre y su padre.


Una comida familiar de interminable lentitud, tiempo ya empezado, voces mezcladas que componen el gran relato de los acontecimientos colectivos que no se cansan nunca de contar, el año 42 con su hambre, cupones, tiendas saqueadas, los alemanes, los ingleses... El relato del tiempo de antes. Y luego las circunstancias concretas de aquel “ahora”: el colegio, los juegos, las privaciones de una niña de postguerra y la descripción del “nosotros”, la familia, el barrio, los personajes, el habla, los trabajos, las costumbres...


Esta estructura se repetirá a lo largo de los años.


En las fotografías sepia, en blanco y negro, en color, un vídeo; la autora siempre será “ella”, recurso que le servirá para contar el detalle de su vida en aquel instante detenido del tiempo y para describir su estado de ánimo, su situación personal, la evolución de su rostro, de sus manos, del color cambiante de su pelo y su peinado, de la ropa, la circunstancia personal: niña, adolescente, joven, con amigos, con su marido y sus hijos, con alumnos, retratada por el amante de turno, con su nieta en la fotografía final. Fragmentos personales y poéticos contados con distancia sentimental gracias a ser siempre “ella”.

El “nosotros” o “nosotras” aparecerá con la primera manifestación feminista a la que “ella” asiste y se mantiene a lo largo de todo el relato. Un solo “yo”: “El año que viene me jubilo” en el año 2000.El feminismo y la militancia de izquierdas son los dos ejes con cuya mirada vamos a ver retratada la segunda mitad del siglo XX y la primera década del XXI. El texto termina en 2006 justo en el momento en que la autora decide escribir este libro sirviéndose de lo que el mundo ha imprimido en ella y sus contemporáneos, “para recuperar la memoria de la memoria colectiva en una memoria individual, reflejar la dimensión vivida de la historia”.


Y eso es lo que hace tan interesante el libro: La recuperación de todo lo que compone la memoria colectiva, de todo lo que la humanidad comparte en cualquier momento de la historia y que cada persona vive, en realidad, como un ser aislado componiendo la propia historia de su vida. Cualquier mujer nacida más o menos en la segunda mitad del siglo XX, la primera de una familia salida de una guerra que irá a la universidad, cualquier persona en realidad, informada, más o menos culta, más o menos feminista, más o menos de izquierdas, puede reconocer en las vivencias de la escritora sus propias vivencias en cualquiera de las secuencias estructurales que marcan el paso de los años.


La posguerra, el Mayo del 68, la caída del muro de Berlín, la inmigración de los primeros argelinos tras la guerra de Argelia, la situación de la misma en barrios segregados, el nacimiento de los partidos de ultraderecha, el atentado de las Torres Gemelas, los atentados de Alqaeda, la guerra de Afganistán, la muerte de Sartre, de Simone de Beauvoir, incluso años después la Bourdieu, las diferentes huelgas y marchas, su actitud frente a cada uno de los candidatos en las sucesivas elecciones francesas..., imposible mencionarlo todo, van a marcar los hitos de su evolución política, desde la euforia y la creencia en la posibilidad de un mundo mejor, hasta el desengaño final, pasando por la constatación del fin del marxismo, la llegada del consumismo desaforado y la derechización total y el populismo fomentado por los medios de comunicación de las últimas elecciones mencionadas en las que no se siente representada por ningún candidato. Y siempre nos habla desde el “nosotros”, lo cual incluye, no solo a los franceses, sino también a los lectores que hemos vivido el mismo proceso.

Cualquier mujer nacida más o menos en la segunda mitad del siglo XX puede reconocer en las vivencias de la escritora sus propias vivencias.

Las comidas familiares que introduce en cada apartado estructural, junto con la fotografía, marcan con precisión el paso de los años de la autora, “ella”, y de la sociedad en su conjunto, “nosotros”: niña con ganas de jugar y una oreja puesta en la conversación de los adultos, adolescente que no cuenta gran cosa de su vida, joven ya distanciada por su cultura y su forma de vida de la familia y del pueblo, mostrando su propia familia dentro de la gran familia de padres y abuelos, con sus hijos ya “mocetones” tras el divorcio, madre solo nutricia de fin de semana con sus hijos ya emancipados, y la comida final con hijos ya cuarentones y sus nietos, en soledad, donde, tras despedirlos a todos y recogiendo su casa, decide escribir el libro con los apuntes que ha ido recopilando a lo largo de su vida. Imposible no reconocer cada circunstancia. Lo interesante, sin embargo, es la evolución de las conversaciones: el recuerdo de la guerra, las privaciones de padres y abuelos en la posguerra, el mundo que se va olvidando con los que se van, el Tour de Francia cada verano, la compra de la casa, el trabajo, las vacaciones, la política, los programas de televisión, las películas, la música, las elecciones, la era digital, los móviles, las compras de electrodomésticos, cachivaches, juegos, ordenadores...

Por medio de listas y listas, en ocasiones en párrafos poéticos que comienzan por minúscula, en otros a través de la narración poética también, pero clara y precisa de lo que hacían, decían, pensaban...las gentes; nosotros recordamos con ella, canciones, películas, actitudes, comidas, lecturas, circunstancias sociales, evolución en la emancipación de la mujer, cosas que van surgiendo y que son abandonadas por otras nuevas (el transistor, el tocadiscos, el cassette, el CD, el walkman, el mp3, por poner un ejemplo). Con la autora miramos en nuestro interior “para encontrar el mundo, la memoria y el imaginario de los días pasados, captar el cambio de las ideas, la transformación y de la sensibilidad, la transformación de las personas y del sujeto, que ella ha conocido y que no son nada, quizá frente a quienes conocerá su nieta y todos los vivos en 2070.”


Un libro inteligente, poético dentro del realismo profundo que transmite, memoria individual y colectiva de un mundo compartido en un momento del gran relato del devenir de la humanidad.

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