Pocos libros de poesía he leído en mi vida más complejos y exigentes que Me encantan los artistas de Mei-Mei Berssenbrugge. Y te aseguro, querida lectora, que esta clase de afirmaciones no las hago con ligereza. La edición que me dispongo a reseñar, traducida por Ruth Llana, está publicada por ese milagro de editorial que es Kriller71 y que de nuevo ofrece en su catálogo una voz increíblemente singular que recibió, recientemente, el premio Bollingen de poesía, lo cual no hace más que corroborar que su traducción al español ha sido todo un acierto.
Mónica Caldeiro
Pero vamos al meollo del asunto: la escritora asioestadounidense Mei-Mei Berssenbrugge es una cineasta de la poesía. Tiene un estilo particular y propio dentro de su adscripción a la poesía norteamericana del lenguaje; una voz reconocible y única que nace de la creación del poema como experiencia visual. Su poesía no se acomoda en el simple uso de la imagen, sino que alcanza unos niveles de abstracción tan elevados que no dan sosiego alguno al lector: Berssenbrugge reclama para sí una atención total. Y cuando digo total me refiero a un nivel de atención plena más intenso todavía que el que podría darse en la práctica de la meditación: la poeta no hace concesiones y solicita al lector una concentración absoluta sin la cual la pérdida del texto se hace inmediata.
Los poemas de Mei-Mei Berssenbrugge nos regalan sinestesias, miradas presentes y cinematográficas.
La petición es alta, pero mayor es la recompensa. La poeta exige y lo sabe. Si bien siempre existe un afán dialógico con el otro (si no fuese así, ¿para qué publicar?), otra cosa bien distinta es lanzar al lector el reto de mirar a través de los ojos de quien escribe. Es eso o el pánico a soltarse de la cuerda. Y la experiencia de perder el hilo no es agradable porque Berssenbrugge crea espacios visuales incómodos. Como bien apunta la traductora en el prólogo, los poemas de la autora convierten «al espectador en la lente desde la que se filtra la luz» y describe a la perfección la experiencia de su lectura al afirmar que «[E]l punto de vista se dilata al igual que la sintaxis, o como una pupila al entrar en contacto con la noche». Añadiré que, en algunos momentos, los poemas me recordaban incluso a aquella serie de libros que se puso de moda durante mi infancia titulada El ojo mágico, en los que podía verse una imagen en tres dimensiones a partir de la adaptación del ojo a una superficie plana.
Así, los poemas de Mei-Mei Berssenbrugge nos regalan sinestesias, miradas presentes y cinematográficas, cambios de puntos de vista, recreaciones de la experiencia directa y visiones lumínicas en poemas que aparecen como observaciones directas extremadamente minuciosas, más aún que la descripción pormenorizada de los trazos de una obra pictórica. En sus poemas, el exterior se hace interior y el interior es lo exterior. Algunos poemas del libro, como «Tan Tien», parecen dar comienzo del mismo modo que lo haría la secuencia de un filme de Naomi Kawase. Una imagen recurrente y fascinante que atraviesa los poemas extraídos del libro El campo de maíz azul es la visión de la luz a través del ala de un pájaro, como en el extracto del poema número seis:
Con mayor razón, un ala con las venas marcadas es preciosa
La luminosidad concentrada es un aspecto con bordes
heroicos, a pesar de una inmersión común en el sol
como desde el rostro del amante, velados o agresivos
a lo largo de una onda extensa pero también rítmica. Como con
la tierra, uno capta el sentido de las variaciones
aunque sean infinitas, y aprende a hacer referencias
Mei-mei Berssenbrugge sabe perfectamente qué hace con el lector y en cierto modo lo que su escritura, o lo que el poema, provoca en él. Nos lo dice en “Ruptura Alanak”: «Tu atención se convierte en el sonido áspero de un palo que pasa / por el borde de un cuenco en una fiesta». Es inevitable que el lector dirija aquí su atención al hecho de recrear en su mente el sonido al que la poeta da vida a través de las palabras. Porque tal vez sea este uno de los mayores logros de Berssenbrugge: la capacidad de dar vida a experiencias reales en la mente del lector. Estos versos del mismo poema bien podrían aplicarse a las implicaciones de su lectura: «Aquí es donde te han concentrado, para que tengas miedo / o para recrear el límite entre tu mente y tu mente / al otro lado de una grieta azul en el hielo».
En «Niebla», Berssenbrugge casi penetra en un terreno de metaatención sobre el texto literario, donde el poema parece irrumpir sobre la atención misma en el poema. En las partes que lo componen, la autora presenta al lector su propia poética de la luz, del color y de la oscuridad; parece desnudar su escritura sobre los procesos mentales o de pensamiento a la vez que estos procesos mentales actúan sobre la memoria y la construcción del otro. Puesto que «el cuerpo es el espacio de un momento en el que lo ves u oyes», la memoria hace uso de estos bloques de presente espacial para darse nombre. La niebla, que disuelve visualmente cualquier objeto que aparezca entre sus partículas, nos da la clave de esta construcción: «Su cuerpo, que tú no ves, existe, después de disolver sus células en el cuerpo de una nube que se enfoca y desenfoca». E igual que con la memoria, sucede lo mismo con las creencias, que parecen perder solidez en el poema «Formas de educación» como una mera edificación fijada a través del excesivo empeño en su construcción:
Una creencia es un objeto parecido a una palabra. Puedes enfocar tu atención en
eso hasta cierto punto, como el deseo o el recuerdo de una sensación fuerte.
Tienes cierto control sobre cómo te sientes acerca de una ayuda humana general
cambiando tus creencias, que corporizan los recuerdos que tu discurso
empoderado puede representar, dice ella.
Ruth Llana (traductora): "los poemas de la autora convierten «al espectador en la lente desde la que se filtra la luz"
Tanto, pues, de lo que somos es una construcción que parte de una base hecha de materia, una materia en constante cambio. Esa construcción y disolución del ser empieza por la propia lengua materna, por su historia y por la identidad que ella graba en nosotros.
A medida que avanza el libro, la poesía de Berssenbrugge incrementa en abstracción y complejidad e introduce un lenguaje cada vez más técnico, científico y médico. Las consecuencias de ello son evidentes, pues el lenguaje de la ciencia es un lenguaje extremadamente preciso y, de algún modo, parece una reivindicación indirecta de ese rigor para la poesía. Es obvio que aquí la ciencia sirve a los propósitos de la poeta de llegar hasta lo más hondo de lo más profundo, hasta el mismísimo núcleo de la célula. Puedo imaginar también lo que ha debido suponer para la traductora enfrentarse a este libro. La complejidad terminológica que contiene apunta, a mi modo de ver, a la maravilla de una traducción de poesía extremadamente complicada que precisa de glosarios especializados fuera del ámbito literario para su traducción, más allá de las dificultades que ya plantea por sí misma.
A medida que avanza el libro, la poesía de Berssenbrugge incrementa en abstracción y complejidad.
En una experiencia en la que se es consciente de que «[O]ír es la fractalidad de los fragmentos ocurriendo (mientras se desintegran)» la atención a la percepción se impone como facultad imprescindible para captar la realidad. Hay más que acierto en el hecho de que Berssenbrugge haya recibido, en este año 2021, el premio Bollingen de poesía de Yale. La torre de Bollingen fue el hogar que Carl Gustav Jung diseñó y construyó para sí mismo, el espacio creado donde llevaba una vida lo más sencilla posible y conectada con el trabajo sobre aquello que está por debajo de las capas superiores de la consciencia. Resulta una hermosa coincidencia y a la vez una ironía que Berssenbrugge, que destila tal percepción directa, abstracción y atención en cada uno de sus versos, tenga en su haber un premio que lleva el nombre de un lugar que estará por siempre vinculado a la exploración de lo inconsciente.
Título: Me encantan los artistas
Autora: Mei-mei Berssenbrugge
Traducción y prólogo de Ruth Llana
Editorial: Kriller71 Ediciones
Año: 2019
ISBN: 978-84-949610-4-5
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