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Por una fotografía subversiva. Diálogo con Tanit Plana


Puber, 2020. Tanit Plana. https://www.tanitplana.com/puber

¿Son las imágenes solo copias, reflejos? ¿Es posible unir cuerpo, deseo y tecnología? ¿Realidad y apariencia? Las fotografías se han tratado muchas veces como objetos, no como relaciones y vínculos. En diálogo con Tanit Plana, paseamos por esta nueva manera de pensar lo visual entre arte y política.


Raquel Solà


Estas frente al ordenador leyendo un artículo. Suena o vibra tu teléfono. Tienes una notificación. Alguien te ha etiquetado en una imagen. Le das “me gusta” sin apreciar el texto. Otra imagen más en la que circulas por una red que parece infinita. Joan Fontcuberta ya lo dijo: debemos combatir una diarrea de imágenes. En la tesis número 4 de La sociedad del espectáculo (1967) de Guy Debord se anunciaba que "el espectáculo no es una colección de imágenes; sino una relación social entre personas que está mediatizada por imágenes." Según el autor, el acontecimiento ha muerto. La producción constante de imágenes y su consumo ha anulado la vida, la comunidad y la verdad. ¿Es cierto?


¿Existe una lectura positiva de este suceso? ¿Cómo podemos apostar por un arte fotográfico que forme comunidad y reflexión? Si bien parece imposible desmentir la tesis anteriormente citada, de la mano de las reflexiones de Andrea Soto, podemos atisbar otras perspectivas que, aceptando nuestra era-imagen, posibiliten espacios de lucha y habiliten nuevas formas de circular entre ellas. Con ello, se intenta habitar nuevos espacios, desde los márgenes y re-interpretar y re-configurar las estructuras de conocimiento cimentadas. Dicho de otro modo, estar en los márgenes es salirse de las estructuras para proponer, sin una desvinculación total de nuestra realidad construida, proyectos que hagan tambalear lo que parecen verdades absolutas. En dos palabras, buscar grietas. Ahora bien, ¿cómo reconvertir la negatividad de la apariencia? ¿Qué hacer en nuestro mundo de redes sociales, marketing visual y memes? Se trata pues, de reformular el concepto. Quizás es necesario acercarnos o leer las imágenes de otro modo.


Tanit Plana: “No me interesan las cuestiones entorno a la representación. La fotografía no es representar."

Susan Sontag en Contra la Interpretación (1966) afirma que necesitamos una erótica del arte. Cuando lo visible ciega por mostrar demasiado, las batallas se luchan en lo que mostramos. Explica que no es suficiente leer las imágenes a través de lo que pretenden explicar con palabras, como un contenido separado de su forma. La traducción hace que algo se pierda. Andrea Soto avisa: no se trata de defender una inefabilidad de las imágenes o que no sea necesario un vinculo imagen-palabra, se trata de no supeditar la imagen a ella. Por ende, analiza este erotismo como aquello que no asume lo existente en la fotografía, es decir, algo que está allí disponible para interpretar, sino más bien como un movimiento que empuja a darse forma. Así pues, parece que de las imágenes puede surgir algo nuevo. Y en las superficies y no solo en los conceptos es dónde puede articularse este “nuevo” porque es en ellas donde el poder se hace visible.


Para ello, se propone luchar contra la tradicional forma de entender nuestra relación con las imágenes. Huir de la centralidad del sujeto y de la forma en las que éstas se crean. Normalmente se entiende el proceso de creación como aquel que surge de una idea que posteriormente se materializa. Se trata pues de ver la materialidad como una oportunidad de diálogo abierto entre creador y espectador desde una perspectiva poco jerárquica, más horizontal. Este espectador deviene activo y deja de ser un cuerpo pasivo frente a un objeto que muestra una idea predeterminada y preconcebida. No se trata entonces de saber descifrar la imagen para describirla de la manera “correcta”, se trata de poder generar un espacio que habilite el juego en el sentido nietzscheano, que destruya y cree valores. Por tanto, ¿este juego significa que la fotografía siempre representa una idea?


Susan Sontag: "Necesitamos una erótica del arte."

En conversación con Tanit Plana, ésta afirma: “No me interesan las cuestiones entorno a la representación. La fotografía no es representar. Es un artefacto relacional que permite poner cuerpo y mente en relación con otras personas, otros seres, otras historias, otros tiempos, otras ideas, vidas.

La fotografía crea, hace realidad un espacio y tiempo de encuentro, articula un terreno de juego. Y esto, para mi, es una manera de hacer política. En mis proyectos o cuerpos de trabajo, la fotografía no opera sola, se acompaña de textos, colaboraciones con otras autoras, listas de Spotify, en diálogos con escritos de otros, sigue vivo en conversaciones… las imágenes y todo el artefacto viaja y circula por las redes, en las salas y este es el estado de lo fotográfico que me conmueve, deviene una especie de organismo que nos ocupa y se mete dentro de nosotros, como posibles maneras de agrietar las ideas y las imágenes monolíticas que colonizan los poderes. No representa. Activa nuevas formas de existencia, de pensamiento, de imaginación, que pretende, a pequeña escala, desactivar formas totalizadoras.”


Rojo I, Infrarrojo cercano. 2018. Tanit Plana. http://www.tanitplana.com/infrarrojo-cercano

Parece interesante señalar que aquello que circula, huye y lucha contra organismos totalizantes es, a lo que yo podría llamar, irrepresentable. Irrepresentable porque la tradición nos ha hecho creer que hay acontecimientos imposibles de mostrar o, al menos, que la fotografía se queda a medio camino para expresar el referente al cual esta sometida. Esta fotografía que abre debate permite acercarnos a las apariencias de forma que no sean “apariencias de”, sino espacios dónde poder construir relatos verdaderos y reales. Hace unas décadas que las reflexiones entorno a nuestra sociedad contemporánea caen en un pesimismo que aleja la vida y describe una distopía sumida a la imagen representativa. Un juego de avatares que muestran quien queremos ser, unos deseos mercantilizados y unas disputas entre personas sedentarias frente a las pantallas. Tuits, neuromarketing y selfies. Siendo foucaultianas, entendemos que la sociedad está formada por estructuras que posibilitan las formas y conceptos, y que estos, dejan fuera oportunidades de emancipación. La normalización reproduce el canon en el cual los sujetos se esfuerzan por encajar. ¿Cómo subvertir y desordenar las estructuras? Trabajos como los de Tanit lo permiten. Lo hacen porque nos propone un espacio de reflexión que podríamos describir como “desde dentro”, desde discursos conocidos y sin caer en rupturas gigantescas que se alejen de las ordenaciones aprendidas. Un espacio para el diálogo con lo que se encuentra en los márgenes y para crear una zona de escucha. Abre reflexión a cuestiones que quizás no nos planteamos y de repente nos parecen necesarias.


Este juego no es una ruptura con el todo, es más bien un diálogo entre lo existente y sus posibilidades. Una pregunta abierta. Un discurso, no único, teñido de sensaciones y contradicciones entre el yo y el entorno, entre la sociedad y su modo de vida, entre lo banal y lo importante. Es una fotografía que permite el instante. Que circula, que atraviesa. Esto es: que no sea un objeto, más bien que punce y desafíe a pensar. Una imagen que marque la política de Jacques Rancière; que reconfigure haciendo visibles sujetos que antes no tenían capacidad de habla y, por tanto, de reconocimiento.


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